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Las autocracias son contagiosas: protejamos la democracia

9 de junio de 2023

Ramón Cardozo analiza en su columna los desafíos actuales de la Carta Democrática Interamericana de la OEA.

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 Luis Almagro hablando en una asamblea de la OEA.
"La protección y promoción de la democracia en el hemisferio es un asunto que concierne a todos y cada uno de los países americanos", escribe Ramón Cardozo en su columna.Imagen: Carlos Garcia Granthon/ZUMAPRESS/picture alliance

"La democracia se encuentra bajo ataque en todo el mundo. Entre 2016 y 2021, el número de países que avanzaron hacia el autoritarismo fue más del doble del número que se movió hacia la democracia". Así lo expone el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA, por sus siglas en inglés) en su informe del año 2022.

En la misma dirección, el Reporte del Instituto V-Dem de la Universidad de Gotemburgo de 2023 constató que, durante el último año, el número de países en vías de autocratización aumentó de 33 a 42 -un nuevo récord-, mientras que solo 14 países lograron democratizarse durante este período. Hoy en día, 2 de cada 3 personas en el mundo –5.7 billones de personas– viven bajo regímenes autocráticos. Estos datos revelan que, durante la última década, "más de 35 años de avances democráticos en el mundo se han evaporado".

"Tercera ola autocrática"

El impacto de esta "tercera ola autocrática”, como ha sido bautizada por los investigadores Lührmann y Lindberg, va más allá de los países en donde el retroceso se produce. De acuerdo con el reporte de Vdem, estos procesos de autocratización están impactando de forma significativa el equilibrio del poder económico y comercial en el mundo.

Las autocracias no sólo son cada vez más numerosas, sino que su poder económico y comercial va en aumento. Mientras al final de la Guerra Fría las democracias producían más del 75 por ciento del PIB mundial, actualmente las autocracias generan casi la mitad del PIB mundial.

Durante los últimos 30 años, las democracias han duplicado su dependencia comercial de las autocracias. Esto es una delicada situación, cuyos efectos negativos, especialmente en lo referente a alimentos y energía, se le ha hecho muy patente a las democracias occidentales con ocasión de la brutal guerra en Ucrania. De forma simultánea, las autocracias dependen cada vez menos del intercambio comercial con las democracias y más de las importaciones y exportaciones con otras autocracias.

Desde 1992, el comercio entre autocracias se ha triplicado y ahora representa casi el 18 por ciento del comercio mundial. Este nicho comercial, junto a la creciente solidaridad que se constata entre las autocracias del mundo, les ha permitido a regímenes como los de Rusia, Irán o Venezuela sortear de manera más o menos exitosa las sanciones internacionales que se les han impuesto por la comisión de graves violaciones de derechos humanos.

El retroceso de la democracia en América

Los informes de las principales organizaciones que evalúan el estado de la democracia en el mundo coinciden en señalar que, en el hemisferio occidental, la democracia ha retrocedido a los niveles que tenía a finales de la Guerra Fría. Hoy en día, cuatro países americanos son catalogados como regímenes autocráticos: Cuba, Nicaragua, Venezuela y Haití. Según reporta el Instituto Vdem, entre 2012 y 2022 solo tres países americanos mejoraron sus índices democráticos: República Dominicana, Ecuador y Honduras; mientras que el triple –nueve países– experimentaron retrocesos: Brasil, Chile, Estados Unidos, El Salvador, Guatemala, Haití, Nicaragua, Uruguay y Venezuela.

Enfrentar este retroceso democrático, que ha venido acompañado de la propagación masiva de desinformación, el aumento de los niveles de polarización toxica, la actuación de movimientos antisistema y la desafección de los ciudadanos a la democracia y sus instituciones, se ha convertido en un desafío no solo para cada una de las democracias del continente, sino para el hemisferio en su conjunto y sus instituciones regionales.

La Carta Democrática Interamericana, adoptada por la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) el 11 de septiembre de 2001, fue el primer instrumento internacional de defensa colectiva de la democracia. A pesar de todos los fallos o críticas que se le puedan hacer, ella ha cumplido un papel relevante en la solución de varias de las crisis democráticas que se han producido en el continente.

El pasado 30 de mayo de 2023, cumpliendo un mandato de la Asamblea General de la OEA, un panel de reconocidos expertos expuso ante los miembros del Consejo Permanente un conjunto de propuestas para hacer más eficaz la implementación de la Carta Democrática frente a los efectos de esta "tercera ola de autocratización”.

Resoluciones de censura a un Estado Miembro

La Carta prevé una serie de medidas destinadas a proteger y restablecer la estabilidad democrática en un país del continente en el cual se haya producido una "alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático”. Estas medidas son de tipo escalonado y se inician con gestiones diplomáticas y de buenos oficios. En el caso de que ellas resulten infructuosas, existe la posibilidad de que, mediante el voto afirmativo de los dos tercios de los Estados Miembros de la Organización, se le suspenda al gobierno transgresor el ejercicio de su derecho de participación en la OEA.

Como un nuevo mecanismo intermedio, que no conlleve la suspensión de la participación del Estado Miembro en las sesiones de la organización, miembros del panel de expertos propusieron la posibilidad de que con el voto afirmativo de la mayoría simple de los Estados Miembros se pudiera dictar una resolución de censura a aquellos gobiernos que avancen por el camino del desmantelamiento de sus democracias, en especial en lo referido a la cooptación de su poder judicial.

Aunque inicialmente esta nueva medida no tendría ningún efecto práctico, más allá de dejar constancia ante la región y el mundo de los riesgos que en un momento determinado está corriendo una de las democracias de la región, esta decisión posteriormente podría escalar y vincularse a la interrupción de créditos del Banco Interamericano de Desarrollo u otras formas de financiamiento y cooperación.

Activación de la Carta por parte de otros poderes 

Actualmente, la activación de los mecanismos de la Carta Democrática recae en el Secretario General de la OEA o en los representantes de los Estados Miembros, los cuales forman parte de los respectivos poderes ejecutivos.

Sin embargo, vista la experiencia de poderes ejecutivos populistas y autoritarios que progresivamente han desmontando la democracia desde adentro, se propuso estudiar la conveniencia de que, además del Ejecutivo, otros poderes del Estado, como el Legislativo, el Judicial o el Electoral, tengan la posibilidad de recurrir a la Carta Democrática, dejando a salvo que siempre serían los poderes ejecutivos de los Estados Miembros representados en el Consejo Permanente los que evaluarían dicha solicitud.

Sistema de Alerta Temprana de avances autocráticos 

Previo a la adopción de medidas por parte de la OEA, la Carta establece que el Consejo Permanente debe realizar "una apreciación colectiva” respecto a la existencia en un Estado Miembro de una "alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden democrático”.

Identificar cuándo se ha producido una subversión del orden democrático en un país de la región y cuál es su nivel de gravedad ha sido muchas veces una tarea controvertida para la OEA y no siempre realizada a tiempo. La dificultad de esta labor ha aumentado en la medida en que, tal como se señaló anteriormente, la pérdida de la democracia en un determinado país no es producto del típico golpe de Estado sino de un progresivo desmantelamiento interno de la democracia.

Ramon Cardozo
Ramón Cardozo escribe sobre Venezuela en DW.Imagen: Privat

Por esta razón, los panelistas coincidieron en la necesidad de desarrollar un Sistemas de Alerta Temprana que permita a la OEA contar, de manera permanente, con pautas y datos objetivos y fidedignos, que la ayuden a realizar a tiempo una justa "apreciación colectiva” de estos procesos de retroceso democrático, de manera que la Organización pueda así prestar su colaboración para evitar que procesos de este tipo sigan avanzando impunemente.

Este sistema de monitoreo y análisis debería sustentarse en el seguimiento y evaluación de los "elementos esenciales” y los "componentes fundamentales del ejercicio” de la democracia representativa establecidos en la Carta Democrática, incluyendo "el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.

De acuerdo con los panelistas, parte importante de la información relevante que debe alimentar un Sistema de Alerta Temprana frente a posibles avances autocráticos ha venido siendo producida por el Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH), así como por las Misiones de Observación Electoral (MOEs).

Otras recomendaciones presentadas por el panel de expertos fueron la creación de una figura especial de la OEA que monitoree la democracia en la región; la conformación de un equipo de expertos en negociación, mediación y solución de conflictos que apoye las labores de la organización; y el desarrollo de nuevos medios para la promoción de los valores y prácticas democráticas en la región.

Los resultados de esta sesión serán presentados a la próxima Asamblea General, en su quincuagésimo tercer período ordinario de sesiones. Este conjunto de propuestas merece ser considerado con detenimiento por los Estados Miembros de la OEA. Como bien lo establece la Carta, la democracia representativa es indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región; y vivir bajo un verdadero sistema democrático es un derecho de todos los pueblos del continente americano.

Las autocracias son contagiosas. La protección y promoción de la democracia en el hemisferio es un asunto que concierne a todos y cada uno de los países americanos. No le hacen ningún bien al continente en su conjunto, ni a sus respectivos pueblos, aquellos gobernantes democráticos que, bajo el pretexto de la no intervención en los asuntos internos de otro Estado, pretenden lavarle la cara y estabilizar los regímenes autocráticos que desgraciadamente aún existen en la región.(ms)