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Igualdad de derechosPerú

Industria cafetera en Perú: apuesta por igualdad de género

Katrin Ewert desde Perú
14 de marzo de 2024

Las productoras de café a menudo son discriminadas en Perú. Algunas venden el café bajo el nombre de parientes varones. La joven emprendedora cuzqueña Carolina Peralta quiere cambiar eso.

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Carolina Peralta y las baristas en la cafetería "Florencia y Fortunata", en Cuzco.
Carolina Peralta (centro), con las baristas, en su cafetería "Florencia y Fortunata", en Cuzco.Imagen: Hernán Martín/DW

Carolina Peralta llena la cafetera con granos frescos de café, y pregunta a un cliente en la barra: "¿Qué café te gustaría, el de 'Lidia' o el de 'Consuelo'?”. Ambos son algunos de los varios nombres de café que ofrece la cafetería "Florencia y Fortunata”, en Cuzco. "Nuestra misión es hacer más visibles a las mujeres productoras de café en Perú”, dice Carolina, una empresaria de 27 años que fundó su negocio en 2021, en entrevista con DW. Y aborda esta problemática compartiendo su visión para lograrlo. 

¿Dónde están las mujeres en la industria del café?

Tras estudiar contabilidad en una universidad de negocios en Lima, la joven peruana trabajó para una gran empresa farmacéutica. Por su trabajo, tuvo que viajar mucho por Perú. "Siempre he tenido debilidad por las cafeterías, y aprovechaba mis viajes para tomar café en todo tipo de lugares”, dice Carolina.

Se dio cuenta de que la cultura del café en Perú estaba fuertemente dominada por hombres. En los cafés, la gente hablaba casi exclusivamente de "el productor" de café, "el tostador" y "el barista", lo que la llevó a preguntarse dónde están las mujeres en esta industria.

Carolina empezó a visitar por su cuenta varias plantaciones de café en Perú, especialmente en su región natal de Cuzco, así como en Cajamarca. Allí vio patrones que se repetían, como que las mujeres eran quienes trabajaban en las plantaciones, pero también el importante rol de estas en el funcionamiento de la industria cafetera. Muchas de ellas, además de dedicarse a los cultivos, tenían que ocuparse de los animales y de los niños de la familia.

Blanca Flor Quispe Rubio, una de las productoras de las que Carolina Peralta adquiere su café.
Blanca Flor Quispe Rubio es una de las productoras de las que Carolina Peralta adquiere su café.Imagen: Carolina Peralta

Mujeres en los cafetales: mucho trabajo y poca visibilidad

El café por el que trabajan las mujeres se vende luego con el nombre de los hombres. Carolina cuenta que hay mujeres, entre ellas, Blanca Quispe, que dirigen sus negocios, pero eligen el nombre de su padre o marido para el café. De esta forma, se las reconoce más, y las cifras de ventas son mejores.

Para que eso cambie, Carolina planeó abrir un café donde las vendedoras fueran mujeres, con la idea de promover la igualdad en la industria cafetera. Para lograrlo, dejó su trabajo y se trasladó a su ciudad natal, Cuzco.

Allí abrió entonces más tarde su primera cafetería en el barrio Magisterio, no lejos del centro de Cuzco, y la llamó "Florencia y Fortunata”, los nombres de sus dos abuelas. 

El comienzo fue complicado, señala, ya que los cuzqueños están acostumbrados a beber café fuerte y destilado. Estos apenas se atrevían a probar un capuchino o un flat white, un expreso con una fina capa de leche caliente o vaporizada.

Rosalina, una clienta en el café de Carolina Peralta, tomando un café.
Rosalina, una clienta en el café de Carolina Peralta, disfruta de su café.Imagen: Hernán Martín/DW

Un nuevo comienzo en el centro de Cuzco

Por ello, la empresaria trasladó luego su cafetería al centro de la ciudad, a pocos metros de la Plaza Mayor. "Aquí encontramos más curiosidad y apertura”, explica.

Cuzco es una ciudad que atrae a muchos turistas por su cercanía a Machu Picchu. Viajeros de todo el mundo también visitan la cafetería de Carolina. El café peruano es popular en el extranjero. 

También visitan el negocio muchos peruanos, incluso un poco más hombres que mujeres, dice Carolina. "Me parece estupendo como el café visibiliza a las mujeres”, dice la clienta Rosalina Susano. "El café también es excelente, y siento una conexión directa con todo el ambiente, la música y la gente", comenta. 

Más mujeres baristas en los cafés de Perú

El café que disfruta Rosalina fue preparado por Rosana Mantilla, una joven venezolana de 29 años. Rosalina es la barista y jefa de servicio del café. Ella explica que en América Latina hay muy pocas mujeres baristas detrás del mostrador.

Rosana crea sin esfuerzo un fino patrón en la espuma de leche de un capuchino. "Creo que, seamos mujeres u hombres, podemos hacer el mismo trabajo igualmente bien", afirma. Esto se aplica tanto al trabajo como barista como a la producción de café, aclara.

La barista Rosana Mantilla, en el café "Florencia y Fortunata", en Cuzco.
La barista Rosana Mantilla, en el café "Florencia y Fortunata", en Cuzco.Imagen: Hernán Martín/DW

Un envase de café con el nombre de las mujeres, "un trofeo"

Carolina recientemente ha inaugurado una segunda sucursal, nuevamente en su barrio natal, Magisterio, donde, al principio, no le fue muy bien. Pero ahora la gente se muestra más interesada, y visita el negocio. Además, Carolina utiliza esa segunda sucursal como laboratorio de tostado para experimentar con diferentes tipos de café.

Carolina Peralta quiere abrir pronto otra sucursal en el nuevo aeropuerto de Cuzco, actualmente en construcción. "Creo que los aeropuertos son un lugar de gran exposición”, dice. "Así podríamos dar a conocer el café de nuestras productoras a gente de todo el mundo”.

Clientes sentados en las mesas toman café en el negocio "Florencia y Fortunata", de Carolina Peralta, en Cuzco.
El café "Florencia y Fortunata", de Carolina Peralta, en Cuzco.Imagen: Hernán Martín/DW

El compromiso de la empresaria también se difunde entre los productores. "Al principio, viajábamos a las distintas plantaciones de café y preguntábamos a las mujeres si querían vendernos directamente su café", dice Carolina. Ahora, las productoras vienen por su cuenta al café y traen muestras con ellas.

"Cuando las mujeres tienen en la mano su primer paquete con su nombre, es como un trofeo para ellas”, dice Carolina. "Están orgullosas que puedan vender su café con su nombre, sin inseguridad ni discriminación", concluye.

(cp)